También Netflix se Equivoca

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Desde que Netflix surgió, su negocio ha sido bueno, pero desde que se dedicó a la distribución de contenido por Internet desde 2007, el éxito ha sido rotundo. Parte de su estrategia ha involucrado la creación de series y películas originales, tanto de ficción como documentales. De hecho, su triunfo ha sido tan grande, que otras compañías han seguido sus pasos con sistemas propios para la distribución de contenido en línea, bajo métodos de suscripción o incluso gratuitos, como por ejemplo:

  • Amazon Prime Video
  • Fox Play
  • Hulu y Hulu Plus
  • HBO Go
  • Claro Video
  • Blim

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Ayer por la noche se dio a conocer que Netflix cancelaría la serie de Marco Polo, sin renovarla para una tercera temporada, de acuerdo con The New York Times. Según los reportes, una de las razones es que la serie tenía costos muy altos para mantener su producción: más de $180 millones de dólares en sólo dos años, mientras que House of Cards, proyecto ambicioso y con un elenco más conocido, gastó en sus primeros dos años $100 millones de dólares, de acuerdo con Cinema Blend.

No es la primera vez que sucede, pero sí es extraño que Netflix cancele una producción. Hasta ahora sólo había pasado 3 veces, sin embargo nunca tras sólo cumplir dos años: Lilyhammer, Hemlock Grove y Bloodline fueron los casos anteriores. De hecho, Marco Polo empezó como una serie de Starz y fue hasta que sus costos se elevaron tanto, que se mudó a Netflix, quien eventualmente tampoco pudo mantenerla.

Netflix y la TV en general

Los ingresos totales de Netflix en 2015, de acuerdo con información de Nasdaq, superaron los $6,779 millones de dólares. El modelo de suscripción ayuda a mantener las producciones originales, pues la gente paga (y continúa haciéndolo), con lo cual es posible proyectar a futuro el dinero disponible y tener presupuestos claros para crear contenido. De la misma forma, conocer lo que a la gente le gusta es clave para el negocio, por lo que Netflix ha monitoreado incluso a la piratería.

El surgimiento de competidores ha seguido un camino similar. Amazon Prime Video también ofrece contenido original como su primer proyecto: The Man in the High Castle. Por su parte, empresas como Fox y HBO permiten que sus sucriptores vean su contenido televisado en cualquier momento, desde su aplicación para móviles, computadoras y televisores, sin cargos adicionales.

Por otro lado, cada vez surgen nuevas series que son continuación, reinicios, remakes, reboots, precuelas o secuelas de otras ideas de antaño. Si bien esto apela a la nostalgia, es un arma de doble filo: de hecho Forbes advierte contra esta tendencia de la que forman parte series como The X-Files, Arrested Development, Gossip Girl, 24, y Fuller House. El argumento principal es que los negocios en entretenimiento, que dependen de la nostalgia de esta forma, han mostrado una constante: fallan ante la crítica, la audiencia común o ambos.

Es notorio que cada serie, película, libro y demás formas de expresión humana, surgen dentro de un contexto específico en una época determinada por una razón. Sí, hay ejemplos que mantienen el caracter universal y trascienden más allá de sus orígenes, pero para ello, en primer lugar es necesario que sobrevivan y triunfen hasta cierto punto, en su momento. En el caso de la televisión, las series mismas que viven por varios años, van cambiando, al igual que sus temas y personajes, para adaptarse a sus circunstancias.

Otro riesgo de la nostalgia es depender de audiencias ya hechas e ignorar el surgimiento de nuevos nichos ávidos de contenido. Por ejemplo, el triunfo de The Walking Dead y el de Game of Thrones se debe, en parte, a que atendieron a públicos grandes, que no recibían contenido de calidad en televisión. El caso preciso de Game of Thrones es uno que dejará un hueco pronto: terminará en 2018.

Aunque existen rumores de que HBO haga otras series situadas en el universo de Westeros, creado por George R R Martin, no hay garantías de que la audiencia sea exactamente la misma. De hecho, Lionsgate ya está haciendo una jugada interesante: en 2015 llegó a un acuerdo con Patrick Rothfuss, autor de El Nombre del Viento, para adaptar sus historias (y crear otras) en televisión, cine y un videojuego. Las novelas de Rothfuss también son del género fantástico, aunque a diferencia de la escala épica y de múltiples puntos de vista que usó Martin, se distingue por un único protagonista y sus aventuras.

Redacción Círculo Marketing

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