Marketing, Salud Y Engaños

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Marketing, Salud Y Engaños

Un hombre se encontraba en un camino vacío. No había comido desde hacía dos días y el pueblo al que se dirigía seguro tendría un poco que venderle. El problema es que él no tenía dinero para comprarlo y el camino era famoso por el peligro que presentaba. No sólo había coyotes, sino que muchos viajeros eran asaltados. Él había corrido la fortuna de no ser víctima de ninguno.

Cuando se acercaba la noche, el hombre decidió probar su suerte. Tomó unas piedras del camino y continuó en dirección al pueblo. Al llegar ahí, muchos lo miraban raro y el sólo les sonreía y seguía su camino. Se sentó en una banca y esperó. Al poco tiempo se le acercaron dos jóvenes que le preguntaron si era verdad lo que todos decían: ¿había recorrido el camino sin problema? “Sí”, les respondió.

Inmediatamente se asombraron y le preguntaron cómo lo había logrado. Era imposible para un viajero solitario atravesar el camino sin haber sido asaltado por los bandidos que vivían a sus alrededores. El hombre sacó una de las piedras que recogió antes y se las mostró. “Este amuleto me protegió, lo hice yo mismo con un encantamiento que aprendí de mis abuelos”.

“Haga uno para nosotros por favor. Nuestra madre está enferma y necesitamos ir por medicina a la ciudad, pagaremos lo que sea con tal de lograr ir y volver sanos y salvos”. El hombre vendió el primero de muchos “amuletos” y pronto hizo un negocio exitoso. En pocos días vendió tantas piedras como pudo en el pueblo y una semana después se marchó en una caravana y con una pequeña fortuna.

La historia de siempre

¿Cuántos casos no vemos todos los días que son muy similares a esta historia? Hay mucho cinismo en el mundo de los negocios y del marketing. Algunas personas aseguran que si tienes basura, basura vendas. Sin embargo esto es un extremo.

Sí, cada quien vende lo que tiene y puede, pero engañar jamás será una práctica recomendable. Quienes lo hacen se escudan en la ambigüedad y dicen que al final del día, no prometieron nada. Usualmente los conocemos como productos milagro o milagrosos. La realidad es que desde su concepción hasta su promoción y venta no son inocentes.

El engaño es explícito y se aprovechan de la ignorancia de la gente o los prejuicios. Con esto en mente, es sencillo vender productos que dicen que mejorarán de alguna forma la calidad de vida, curarán enfermedades, ayudarán a bajar de peso y otro sinfín de milagros. La realidad es que son prácticas comerciales antiéticas y peligrosas, de marketing pobre y en ocasiones peligrosas.

Hay legislación alrededor del mundo para evitar estos engaños. Por ejemplo en EUA la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA por sus siglas en inglés) no sólo regula cualquier fármaco, sino advierte activamente contra los que prometen ayudar a bajar de peso.

En México Profeco tiene un portal dedicado a la publicidad engañosa y la ley limita este tipo de marketing, de acuerdo con CNN. Sin embargo existen huecos legales que las empresas deshonestas aprovechan, a partir de la ambigüedad de sus mensajes o de la ley, para seguir activas. Son formas de llevar a cabo los negocios de forma irresponsable.

Moda

Algunos otros productos o tendencias alimenticias se popularizan y simplifican a tal grado que generan ideas erróneas. Ya que se crea una costumbre bien establecida, la moda en aumento va en aumento. Cuando esto sucede podríamos decir que nació un nicho y en poco tiempo aparecen los que intentan aprovechar su aparición de manera comercial.

Un caso es el del famosísimo gluten. Pocos saben lo que es, pero cada vez más personas deciden evitarlo. Algunas incluso proclaman que la salud es su motivación y, sea cual sea la razón, los productos libres de gluten son cada vez más consumidos. “Al cliente lo que pida” es un famoso dicho y si la gente quiere alejarse del gluten, mejor seguir la corriente.

Si bien no hay un engaño o fraude, es una idea aprovechada para vender más cantidades y a mayor precio, los productos dirigidos a un sector mal informado. Todo surgió con la enfermedad celiaca: una condición autoinmune, por lo cual es de herencia genética. Su incidencia es muy baja y aparece principalmente entre la población caucásica.

El gluten por su parte es un conjunto de proteínas que se encuentra en los alimentos que incluyen, o se derivan de, algunos granos como el trigo. Si juntamos el gluten con la enfermedad celiaca obtenemos intolerancia que tiene como consecuencias, en la mayoría de los casos:

  • Inflamación
  • Diarrea
  • Náuseas
  • Vómito
  • Estreñimiento
  • Dolor intestinal
  • Inflamación intestinal

Hay algunos efectos más graves, pero son menos comunes y ninguno es exclusivo de este mal. El verdadero problema para las ventas es que la población caucásica, en la cual se presenta la mayoría de los casos, tampoco sufre en su mayoría de esta condición. Menos del 1% de este sector la tiene, de acuerdo con el sitio Celiac.org, encargado de la educación sobre el tema.

Debido a ello existen quienes difundieron desinformación y ahora el efecto es claro: mucha gente deja de comer gluten porque “alguien les dijo” que el gluten es malo o que irrita el colon o muchas otras cosas. Casi cualquiera que padece estreñimiento o colon irritable gasta dinero de más en comida sin gluten por este mito.

La realidad es que Peter Gibson, el mismo investigador que halló el vínculo entre la enfermedad celiaca y el gluten en 2011, también aportó algo más a la ciencia. En 2013 publicó los resultados de otra investigación (disponibles en la Biblioteca Nacional de Medicina de EUA).

Estos estudios probaron que el gluten no tiene efecto alguno sobre personas que no sufren de la condición autoinmune ya mencionada. Dijo que aquellos que creen que sí padecen de estos efectos sin tener enfermedad celiaca, sufren de una versión inversa del efecto placebo en la cual creen que algo les está ocasionando algún síntoma, cuando en realidad sólo es el efecto de la sugestión.

Desintoxicación

Otro engaño popular reciente es el de los productos para la desintoxicación del cuerpo: jugos, licuados, píldoras, tés, piedras, plantillas, etc. El diseño de sus empaques es fabuloso y elegante, además aprovechan la preocupación actual por lo “natural”, “orgánico” y “verde”.

La realidad es que engañan y confunden a la gente. Hacen parecer que existe una equivalencia entre purgar o laxar, con purificar y desintoxicar. Sólo existen dos casos en los cuales se necesita eliminar toxinas del cuerpo: si al mismo ingresan sobredosis de cualquier cosa (desde medicamentos hasta otras drogas, alcohol o incluso azúcares o grasa) o si órganos como riñones o hígado fallan. En el segundo caso le conocemos como diálisis.

El mercado al que estos productos van es ideal en esta época: con picar dos botones podemos ordenar lo que queramos hasta nuestra casa; con presionar otros dos, preparamos casi cualquier alimento al instante. Queremos cambios inmediatos. Nuestro cuerpo no funciona así. Moriríamos si acumuláramos toxinas de esta forma, como indica The Guardian.

Este medio británico incluso denuncia que algunas píldoras contienen los químicos precisos para que las heces cambien su consistencia a algo que se ve plastificado y así la gente crea que eliminó toxinas. Realmente lo hizo: sacó de su cuerpo lo que la píldora que tomó el día anterior contenía. Lo mismo sucede con las plantillas que “limpian” en la noche: están recubiertas de una película que reacciona al contacto con el sudor, pero no es ninguna toxina que haya salido del organismo.

Por un lado, el cuerpo está hecho para desechar lo que no le beneficia de nuestra dieta y eso sucede cada vez que vamos al baño. Por otra parte restringir alimentos, ayunar y tomar productos para “desintoxicar” sólo le quita al cuerpo lo que necesita. Hacer esto por algunos días y provocar diarrea no son equivalentes a limpiar el cuerpo.

Para tener salud se requiere una dieta balanceada constante, toda la vida, así como hábitos sanos. Es incluso increíble pensar que una o dos semanas al año de consumir estos productos es benéfico o compensa otros excesos. Es un riesgo para la salud y maltrato del cuerpo como indica el gobierno de Gran Bretaña. Básicamente hay muchas empresas haciendo millones mediante la venta de laxantes que presentan como soluciones mágicas.

Lo hay en todos lados

Este tipo de sensacionalismo también se da al momento de esparcir desinformación más general. No todo son conspiraciones o problemas, la realidad es más sencilla. Evolutivamente tenemos una predisposición ante las amenazas: cualquier peligro merece atención. De esta forma es que solemos reproducir lo que nos dicen “por si acaso”. Así es como muchas veces se difunden desde cadena por correo, hasta supuestos métodos de asalto o personas maleantes.

En ocasiones este contenido quizás sea verdad, pero si ponemos atención, la mayoría de estas publicaciones falsas presenta dos características fundamentales:

  1. Rondan por muchos años las redes sociales y otros sitios.
  2. Tienen fuentes de información poco o nada claras. Cuando son imágenes que juran ser verdad sobre asaltantes o desaparecidos, en el mejor de los casos ya se resolvió el asunto y en el peor sólo son bromas. En los casos en que son noticias, no mencionan fuentes directas, sólo generan mentiras con proclamaciones alarmistas y sin sustento. Muchas veces son notas que reproducen lo que otros ya reprodujeron de otros sitios poco confiables. En ocasiones también son bromas.

Dos temas favoritos para muchos son los alimentos transgénicos y los “químicos” que contienen otros alimentos. Ambos temas generan mucho tráfico, pero sus críticas usualmente son pobres y alejadas de cualquier estatuto de rigor en periodismo científico.

Lo peor es que sí pueden causar un daño: por un lado la economía de las víctimas se puede ver afectada, mientras que por otro es irresponsable publicar contenido sin verificar las fuentes y contribuir, potencialmente, a la ansiedad de quienes no puedan acceder a productos milagrosos.

Recordemos: si suena demasiado bien para ser verdad, quizás es porque es un fraude. No compremos más “amuletos para el camino”.

Redacción Círculo Marketing

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