Marketing De Trenes
El marketing de hoy en día se caracteriza por el aprovechamiento de distintas estrategias de marketing social y digital. Una de las formas de generar interacción, diálogo y, sobre todo, fomentar la aparición de comunidades alrededor de una marca es el uso del humor. Otra más es la participación, por parte de la marca, en conversaciones de temas del momento.
No por nada la función de hashtags, los temas de tendencia y otras cuestiones relacionadas con la inmediatez no sólo son herramientas populares. Además dictan la forma en la cual las redes sociales optimizan la información que muestran a usuarios y generan nuevas soluciones para marcas que buscan mejorar la experiencia de sus propios clientes.
Es así que el humor ha triunfado y no debería de sorprendernos. Después de todo como especie usamos el humor no sólo para divertirnos, sino para facilitar las interacciones con los demás (romper el hielo), para reducir la tensión que situaciones difíciles nos generan (reírnos de tragedias) o incluso aceptar y confrontar lo más horrible de nuestra historia y de nuestras acciones (el humor negro).
Las marcas lo pueden (y deben) usar para vender. Cada vez son menos las compañías que se benefician de una imagen extremadamente sobria y de la seriedad permanente. Es importante saber con cuáles temas se pueden hacer bromas y ante qué audiencias. Sin embargo, si el presidente de EUA, Barack Obama y el primer ministro de Canada, Justin Trudeau, lo hacen, ¿por qué tú y tu marca no?
Y he ahí el valor de los trenes… de memes. La referencia es obvia: todos los que quieren llegar a algún lugar se suben a un tren y esperan no caerse del mismo. Un meme, en su significado original, es el equivalente cultural a un gen en lo biológico, es decir, un componente que se transmite y reproduce en un grupo. De tal forma, no se “hacen memes” al hacer imágenes con chistes, sino hasta que éstas o parte de ellas, se adopta y reproduce por parte de la audiencia.
Esto es similar a la viralización de contenido. Cualquier agencia que prometa hacer contenido “viral” o no sabe de lo que habla o comprará bots y tráfico falso para sus clientes. El contenido debe ser atractivo para la audiencia y ofrecerles algo más que sólo risas o información de ventas. Si por fortuna se viraliza, es decir, se propaga sin intención fuera de los grupos para quienes se creo, bienvenido sea, pero no es necesario buscar eso cuando se identifica correctamente a los clientes potenciales.
Y es por la necesidad de valor misma, que también se debe cuidar a cuáles trenes se suba una marca. Quizás genere mucho engagement y tenga alcance en redes sociales, pero si esto no mejora en algo la relación con los clientes o los acerca de alguna forma a una venta, entonces sólo fue un momento de diversión sin fondo. Estos días se caracterizan por imágenes que dicen cosas similares a “etiqueta a Rodrigo, lo estamos buscando” o “etiqueta a la primera persona que aparezca con la letra F y te debe…”.
Estas estrategias parecen más desesperación de algunos community managers, que un plan de la marca. En ocasiones van muy bien con la empresa que emite la comunicación, pero en muchos otros sólo lo hacen “porque al de junto le sirvió, veamos si a mí también”. Los clientes también se dan cuenta de esto en el mejor de los casos, y lo indicarán a la marca. En el peor escenario posible, se construirá una comunidad que vea a la marca como una de entretenimiento o humor, cuando su intención sea la de vender algo muy distinto y pertenezca a otra industria. En ese momento, puede ser demasiado tarde para redefinir la reputación de la misma.
Redacción Círculo Marketing
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