Monsanto + Bayer
Ni la vida es color de rosa, ni el mundo está en blanco y negro. Hace unos días se anunció la adquisición de Monsanto, por parte de Bayer y el mundo parece haber enloquecido al respecto. Dos compañías multinacionales, con las que muchas personas en el planeta tienen contacto, pero más por necesidad o falta de opciones que por una decisión bien pensada o lealtad y preferencia hacia una marca.
Las adquisiciones y fusiones empresariales no son cosa nueva y existen tanto las que se dan de manera amistosa, como aquellas a las que se conoce como agresivas. Las primeras, como el nombre lo indica, se llevan a cabo después de negociaciones y benefician a ambas partes. En ocasiones una compañía quiere ampliar su operación, investigación o patentes, entre otros aspectos, y compra a una compañía con la que no tiene una relación clara. Un ejemplo de esto fue cuando Google compró Motorola en 2011 por $12.5 mil millones de dólares… en efectivo, de cuerdo con Forbes.
No significa que los ejecutivos de Motorola recibieran portafolios y camiones llenos de dinero, sino que la venta se hizo a cambio de dinero, a diferencia de otras que incluyen parte del pago en acciones de la empresa compradora, así como otros beneficios de negocios. Estos procesos tratan muchos otros aspectos, como lo que sucederá con los empleados tras la fusión o adquisición, así como transferencias de propiedades y más cuestiones legales que toma tiempo detallar y acordar por parte de los dueños y líderes, junto con la asesoría de equipos legales.
Más tarde Google vendió Motorola pues lo que en un momento le interesó fueron sus patentes de hardware para la elaboración de sus teléfonos, entre otras cosas. Así como ese caso, en otras ocasiones las compras se dan entre competidores, o por lo menos se intentan. Cuando Snapchat apareció y cobró éxito repentino, Mark Zuckerberg se acercó a sus creadores para comprar la empresa entonces emergente. Ellos se negaron, el inventor de Facebook quiso lanzar su propia versión (fracaso rotundo que muchos ni siquiera saben que existió) y hoy en día Snapchat es una de las aplicaciones más populares entre jóvenes y adolescentes, mientra que Facebook intenta ganarle terreno a través de las historias de Instagram.
Y es particularmente en el caso de adquisiciones entre competidores o cuando el comprador no hace una buena oferta, que surgen las adquisiciones agresivas. Aunque suene al puro estilo de Hollywood, cuando las empresas son grandes (o no tanto) y en especial, cuando cotizan en la bolsa, es posible hacerse de ellas, aunque sus ejecutivos no lo quieran. La forma más común es a través de la inversión hecha por parte de la empresa que se quiere adueñar de la otra, a esa misma.
Como sabemos, los inversionistas tienen un rol de suma importancia en las decisiones. Quizás no están dentro de la organización, pero si ven que su dinero no rinde como ellos esperan, entonces pueden retirarlo. Al tener acciones a la venta del mercado público en bolsas de valores, esto es más volátil y abundan las metas trimestrales. Si el precio de las acciones disminuye, muchos comienzan a venderlas (a veces ésa es la razón por la que el valor es menor) y el capital de la empresa se reduce. Otros inversionistas pueden retirar su participación por completo.
Asimismo, cuando una sola persona o un mismo grupo controlan más del 50% de las acciones, son dueños de facto de la empresa; ellos deciden el rumbo en el que va. Claro, siempre hay negociaciones con los demás inversionistas, pues el dinero de todos es necesario y si el 49% se retira, será un problema para el 51%, aunque sean dueños. No obstante, los dueños mayoritarios tienen más peso e influencia sobre las decisiones de la compañía.
Es así que en ocasiones, hay grupos o individuos que buscan comprar otra empresa de forma agresiva: haciéndose dueños de más de la mitad de las acciones, o de un procentaje que supere al de aquellos accionistas que se oponen a la venta. Sobre esto dos cosas llaman la atención de la compra de Monsanto por parte de Bayer:
- La compra fue hecha en efectivo.
- La intersección de las industrias a las que atiende cada compañía y la forma en la cual se complementarán.
Las relaciones públicas de Bayer enfrentan grandes retos de los cuales nos quedan ver las consecuencias. La industria farmacéutica en general no es bien vista por muchos, quienes ven a las empresas del ramo como entes que lucran con la salud de la gente y algunos se abstienen de consumir sus productos y optan por remedios alternativos o genéricos, mientras que otras personas les compran sin problema. Sea como sea, a nadie le encanta comprar medicamentos, pues es consecuencia de un problema y aunque Bayer haga otros productos, éstos son los que la gente tiene en mente cuando piensa en la compañía.
Por su lado, Monsanto ha provisto, junto con otras empresas, de muchos productos genéticamente modificados para el beneficio de millones de personas. Sin embargo, problemas de comunicación sumados al sensacionalismo de la prensa no científica y a la difusión de mitos e ideas erróneas sobre los famosos transgénicos, han hecho que los problemas de la compañía se acentúen y cobren mucha fama, mientras que sus aciertos son despreciados. La compra negociada fue por una suma de $57 mil millones de dólares según The Wall Street Journal, pero aún falta la aprobación de los encargados de la regulación de mercados de EUA.
Redacción Círculo Marketing
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