Televisión, Cine, Streams y On Demand

Todos quieren un pedazo del pastel. Ese llamado consumidores. El éxito de la televisión en el siglo XX, junto con el sistema del estrellato en el cine, los volvieron medios con una doble función: por un lado permiten contar historias audiovisuales, y eso ya parece ser mucho. El otro fin es la publicidad.
Aunque la prensa impresa y el teatro ya habían demostrado el alcance de los medios masivos, la versatilidad de la televisión y el cine, al incluir tanto imágenes, como audio, abrió las puertas a gran variedad de anuncios. Estos 4 medios eran canales principales para alcanzar audiencias. Después de todo, no había forma de competir con ellos, aunque tampoco de segmentar a sus públicos con gran detalle.
Después vino el internet. Ese bello invento creado por el Departamento de Defensa (DoD, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de América (EUA). Desde un poco antes de que terminara la guerra fría, esta tecnología de redes de comunicación digital comenzaba a incluir universidades.
Poco tiempo después, pasó de ser una herramienta de defensa, a ser una que también tenía funciones académicas para la investigación y, finalmente, en la década de los 90, alcanzó a todo el mundo. Claro, no a todos, sólo a quienes tenían una conexión telefónica, una computadora en casa y, como ahora, el conocimiento para acceder.
Sólo que en esa época, hacer uso de Internet era más complejo. Ya cuando surgieron los navegadores más amigables (Netscape) y los primeros buscadores e indexadores de contenido, todo se iba facilitando y cada vez más gente aprovechaba las mieles de la ‘supercarretera de la información’.
Web 2.0
El cambio de siglo también significó nuevas facilidades para acceder a internet. Para empezar, ya nadie le llamaba ‘supercarretera de la información’, lo cual benefició a todos. Además, surgió algo que muchos llaman web 2.0. Y, ¿en qué consistía?
El nombre provino de una nomenclatura común en la investigación y desarrollo de tecnología, más específicamente, aunque no se limita, el de software. Cada versión nueva tiene un número entero que las identifica. Las modificaciones menores ocupan lugar de las décimas, centésimas, milésimas y, en algunos casos, cifras más pequeñas.
Lo que determina si es una nueva versión o actualización es determinado por quien lo desarrolla de forma arbitraria. La única constante es que contra más grande el cambio, más grande el lugar que ocupa en la numeración. Una versión 2.0.0.2 puede ser tan sólo una pequeña modificación de seguridad mientras que la 2.1 introduciría nuevas funciones al servicio.
Nadie rediseñó internet. Simplemente se dio una evolución natural debido a las posibilidades que se iban teniendo. Los lenguajes de programación más accesibles, el hardware con mejores capacidades y rendimiento, junto con la creatividad humana, nos dieron el internet que conocemos hoy, el cual tampoco se mantiene estático.
Más recursos y lo habitual que ya era la tecnología computacional para el año 2000, significaron dos cosas esenciales.
- El salto de una web hecha para consumidores, a una hecha para y por los que la navegaban. Mejor software permitió que cada vez más personas y compañías tuvieran sus propios sitios y crearan su contenido. Esto revolucionó varias industrias. La prensa, por ejemplo, pues la inmediatez se volvió esencial. Asimismo, el conocimiento se volvió cada vez más accesible. Lo mejor de todo, en materia de tráfico, fue que comenzaron a surgir sitios de redes sociales. Esto incrementó las interacciones y el tiempo que la gente pasaba en línea. Ya no se adentraban en internet por una consulta, sino por entretenimiento y socialización.
Sí, esto ya existía en los foros, pero antes de sitios como MySpace y Facebook, no tenían la popularidad con la que cuentan en nuestros días. Cada persona podía tener su pequeño lugar, una propiedad en Internet gratuita, su parcela digital. Sitios como Blogspot y LiveJournal daban esta libertad y, para ofrecerla de manera gratuita, se involucraba la publicidad y la recolección de datos.
- Los aspectos multimedia. Los sitios de antes no podían hacer uso de video o imágenes de altas resoluciones. Además, su diseño era pobre. Muchos parecían pizarras de anuncios. Hoy en día las páginas de Internet requieren de buenos recursos audiovisuales y un diseño pulcro para mantener la atención de los visitantes. Claro que esto vino de la mano de tecnología más económica. El avance de los teléfonos celulares también se hizo presente desde finales del siglo XX y se iba perfilando para tener el peso que tienen hoy en día los dispositivos móviles, pero más de eso en otro momento.
Por otra parte, hay quienes argumentan que una web 3.0 está próxima. Dicen que el cambio a la movilidad constante y la disponibilidad en donde cualquiera se encuentre, es la nueva revolución web. La capacidad para adaptarse a las tecnologías utilizadas por la gente y a sus preferencias, moldearán esta era. Si no se reacciona rápidamente, o anticipan los cambios, incluso gigantes como Google y Facebook podrían desaparecer, de acuerdo con Forbes.
Donde hay oportunidad económica, hay marketing. Obviamente, en donde existían las primeras plataformas digitales, comenzó a hacerse presente la publicidad. Poco a poco, proveedores de internet y marcas de computadoras personales abundaba en el mundo. Con ellos, también había servicios de suscripción en línea y comenzaban las ventas electrónicas.
Hoy
Paulatinamente estos avances nos trajeron a lo que hoy en día conocemos: un internet de audiencias cada vez más fáciles de segmentar, que demandan más y más información. Más allá de eso, personas que quieren un trato y una experiencia personalizada en la cual una marca resuelva problemas y genere satisfacción: “que ya dejen de entrometerse con publicidad en cada rincón. Al fin y al cabo, yo sé lo que quiero”.
Es a estos públicos contra los que se encaran todas las compañías y, por lo tanto, las plataformas masivas para mostrar publicidad no son lo mejor. Los ratings de televisión han caído y el cine, aunque jamás fue el medio preferido, ha tenido que renovarse.
Actualmente, los servicios de streams han cobrado gran popularidad y quien marcó la pauta fue Netflix. Sin embargo no es el único. Su liderazgo le ha resultado conveniente. En el año fiscal 2014, la empresa reportó ganancias netas por $226 millones de dólares. Esto gracias a los 50 millones de miembros que tiene distribuidos alrededor de 40 países, según CNN.
No por nada, es que algunas televisoras ya ofrecen su propio servicio de este tipo. Básicamente productoras y clientes están teniendo una relación directa, por lo cual quienes ofrecen servicios de distribución de canales por cable y satélite, se están quedando rezagados. No sorprende entonces que los adjudiquen de la mano de telefonía e internet.
Tres televisoras que ahora compiten en el terreno dominado por Netflix son HBO, FOX y CBS, pues ofrecen contenido original en sus servicios propios. Sin embargo, hay otros que no iniciaron como casas productoras, pero ya lo hacen después de un tiempo de tener servicios similares al gigante actual. Entre ellos están Hulu Plus y Amazon Video.
Además, hay otro fenómeno interesante, la transmisión en vivo y directo de programación, vía internet. Dos servicios que son famosos por esto, YouTube y Twitch, tomaron inspiración en Ustream y Livestream. Todos ellos tienen algo en común que los ha vuelto mágicos.
Si el video mató a las estrellas de la radio, YouTube, Netflix y Twitch mataron a la televisión. Ahora, es posible para cualquier ser humano con acceso a internet y un equipo básico de producción, hacer contenido en video y transmitirlo en directo a todo el mundo.
Ahora cada quien puede tener su canal propio. De la mano de esto vienen fenómenos sociales interesantes, pues cuando hay una oferta realmente ilimitada de programación, resultan más impactantes aquellos contenidos que atraen a miles o incluso millones de espectadores. Tan sólo en Twitch hay más de un millón de personas que transmiten cada mes, según su blog oficial. Por otro lado, tienen a más de 45 millones de espectadores activos al mes, de acuerdo con Fast Company.
Twitch, por su parte, ha amasado públicos notoriamente atraídos por los videojuegos y actualmente pasó a ser parte del gigante Amazon. Al parecer, el servicio famoso por vender libros en línea, ha notado, ya que también adquirió en el pasado al estudio creador de Killer Instinct, Double Helix Games, según The Verge.
Cada vez hay más gente con acceso a internet. La magia está en saber ofrecerles y proveerles de lo que les gusta y necesitan. Así será que las empresas del futuro triunfen. Ya no se trata de persuadir, sino de crear relaciones.
Redacción Círculo Marketing
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