El comercio global tiene nuevos reguladores: las redes sociales

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Jefe de Desarrollo en Digital Friks

Desde hace relativamente poco las empresas multinacionales operaban sin temor de rendir cuentas sobre su red global de vendedores y proveedores, quizás porque al público en general no le importaban estos menesteres. Pero ahora las cosas son distintas.

El año pasado, por ejemplo, la organización no gubernamental La Alameda denunció a Grupo Inditex (amo y señor de las tiendas Zara, Pull & Bear, Bershka y Oysho), de acuerdo con una nota publicada por Filos Mx, debido a que las condiciones de sus obreros son inhumanas, y se valen de empresas contratistas que emplean a inmigrantes indocumentados para esclavizarlos en pequeños espacios donde estos viven hacinados, para que cuando se les señale por estos motivos se puedan escudar en que desconocían las condiciones laborales de los que maquilan sus prendas.

Pero la situación no estalló sino hasta que en abril del 2013 un edificio de talleres de ropa en Bangladesh conocido como Rana Plaza se derrumbó, dejando a mil 127 muertos (la mayoría eran mujeres), de acuerdo con los datos proporcionados por el diario Excélsior.

derrumbe- bangladesh

Justo después, otra fábrica en Bangladesh se incendió y 112 trabajadores perdieron la vida, en ambos casos, las normas de seguridad y de construcción habían sido violadas. De nuevo los grupos de defensa entraron en acción, esta vez, presionando a marcas como Gap y H&M para que no adquirieran su mercancía con estas empresas hasta que mejoraran la seguridad para los empleados.

De acuerdo con Bloomberg Business Week, ahora las empresas viven vigilados por el ojo de activistas, que de pronto se han convertido en expertos en el uso de las redes sociales para difundir información y organizar protestas contra las compañías. Incluso un incidente aislado en un área remota puede viralizarse en cuestión de minutos.

En un mundo en donde la cobertura de medios cada vez es más grande, la globalización y el aumento de las expectativas del público, la regulación privada (es decir, por parte de grupos de activistas por poner un ejemplo) no hará sino crecer. Los ejecutivos tienen que estar listos para este desafío, porque hacer caso omiso de este fenómeno no hará que desaparezca.

DF/SWF

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