Mascotas Inorgánicas

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mascotas inorgánicas

Algunas especies han acompañado al ser humano como mascotas desde incontables generaciones en el pasado. No obstante, la simulación y la digitalización también han alcanzado a nuestros compañeros de vida. Dos ejemplos del siglo XX fueron las mascotas digitales -de las cuales el Tamagotchi fue el más popular con más de 76 millones de unidades vendidas para 2010, de acuerdo con Bandai– que hoy abundan en forma de aplicaciones como Cthulhu Virtual Pet.

El otro ejemplo del siglo pasado fue el famoso Furby, que mediante su programación simulaba los procesos de aprendizaje del lenguaje humano que hablara su dueño y con un sensor de luz detectaba la que había en su medio para representar sus ciclos de sueño. Junto con el primer ejemplo, las mascotas inorgánicas han causado efectos peculiares en la gente.

Por un lado se ha observado el llamado “efecto Tamagotchi”, el cual es particularmente notorio en niños pequeños y personas de la tercera edad. Consiste en un apego sentimental hacia las máquinas, el cual es mucho más enfatizado cuando se trata de estas mascotas virtuales que simulan comportamientos de organismos vivos, aunque sea en un nivel muy básico. La comunidad científica coincide en que no es fácil determinar el punto en el cual las consecuencias de estos escenarios son buenas y cuándo ya son dañinas.

Por ejemplo, el doctor Kalman Glantz de la universidad de Cambridge investigó acerca de terapias psicológicas con este tipo de mascotas, para pacientes con ciertas discapacidades. A su vez se ha visto que el efecto negativo, en especial en personas menores de 15 años, es en una falta de comprensión sobre lo que es vida al asignar propiedades de la vida real a seres virtuales o viceversa.

El problema es más complejo cuando entra a la discusión el tema de la inteligencia artificial y su impacto potencial en la sociedad y en nuestra relación con la tecnología, pero eso es discusión para otro momento. Por ahora Toyota sorprendió a muchos con el lanzamiento de su propio robot acompañante que pretende ser una especie de compañero y asistente.

El Kirobo costará alrededor de $400 USD de acuerdo con el Financial Times. El pequeño robot mide 10 centímetros, tiene una cámara para reconocer personas y sensores diversos. Además busca ser tierno y apelar a la misma sensiblidad que se tiene hacia los bebés, pero con la diferencia de que aprende algunas frases, además de fomentar los hábitos buenos al conducir un auto.

Además es una respuesta de Toyota ante su mercado local en el cual lanzará exclusivamente (al menos por ahora) el Kirobo. Esto se debe a que en Japón las nuevas generaciones muestran poco interés por tener un auto, mientras que cada vez manejan menos las personas que envejecen. Cabe destacar que Toyota inició sus investigaciones de robótica desde principios del siglo y pretende competir con compañías como Google y Apple en lo que se refiere a coches autónomos.

Aquí te dejamos el video de presentación del Kirobo mini:

Redacción Círculo Marketing

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