Posverdad y Refranes en Tiempos de los Memes
El origen de los memes es viejo. No creerías que el término fue acuñado en 1976 como parte de una hipótesis sobre la “trasmisión cultural”, por Richard Dawkins, científico británico que planteó la posibilidad de la existencia de dos procesadores informativos distintos en los seres humanos:
Uno a partir del genoma gracias a la replicación de genes y otro a nivel cerebral, replicando la información cultural del individuo, la cual es recibida a través de la enseñanza, imitación o simple asimilación. A esta hipótesis la llamó la trasmisión memética.
Los refranes son también una especie de procesadores culturales que replican información, abstraen y sintetizan en una frase un hecho real – o que asumimos que ocurrió en un pasado lejano. Cada uno de ellos trae información sobre un tema específico, pero sobre todo, carga un aprendizaje y es retrasmitido a través de generaciones. Como dicen por ahí: “si el río suena es porque agua lleva”.
Por su parte, los memes han adquirido una enorme popularidad: se usan para describir una idea, concepto, o pensamiento expresado en un sinnúmero de formatos digitales: publicaciones en redes sociales, cómic, video, textos, imágenes y todo tipo de construcción multimedia que se replica mediante internet. Suceden de persona a persona hasta alcanzar una amplia difusión y popularizarse. Como dicen por ahí: “quién siembra viento, recoge tempestades”.
En 2014 un grupo de investigadores analizó el comportamiento de los memes, y publicó el artículo The evolution of memes on Facebook. Mostraron sus descubrimientos de que una publicación popular en Facebook, colocada en el status de un usuario, con un alcance de 470,000 publicaciones de usuario a usuario, después de un cierto tiempo – 24 horas en el experimento señalado – sufrió alrededor de 121,600 modificaciones.
Cada usuario, o cada cierto número de ellos, la personalizó, agregando frases, palabras, modificando el texto original y publicándola de nuevo; así sucesivamente hasta alcanzar 1.14 millones de estados publicados en total. Como dicen por ahí: “siempre hay un roto para un descosido”.
La diferencia principal del refrán frente al meme y todas las nuevas formas de transmisión cultural a la cual este último hace referencia, es que al menos el refrán presume de ser completo.
Puede tener miles de interpretaciones, pero la cadena de fonemas que da pie a su interpretación semántica es una unidad sólida y única que, aunque tenga miles de interpretaciones, por parte del escucha, su trasmisión conserva la misma idea.
Como hemos visto en el experimento descrito por los investigadores, los memes no son así: no existe esa garantía de que la trasmisión de la información no sea modificada o corrompida. O como dicen por ahí: “a buena hambre, no hay mal pan”.
En los últimos meses la atención mediática se ha concentrado en un término que parece influenciarse de esta transmisión memética; el término “posverdad”, o para algunos “mentira emotiva”.
Este concepto describe la situación en la cual, al mandar un mensaje a través de redes sociales con el propósito de crear opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las emociones y las creencias personales. El término se centra en aquello que parece ser verdad por encima de la propia verdad. Como dicen por ahí: “quién no oye consejos, no llega a viejo”.
Ejemplo: es común recibir etiquetas en casos donde se argumentan conflictos con vecinos o personas en supermercados, o en la vía pública, pero solo tenemos la versión de la persona que etiqueta a través de una foto, un video o un hashtag con el prefijo “Lord” o “Lady”, y muchas personas lo replican, opinan, añaden comentarios, fotos, etc. Nunca tenemos todo el contexto.
Ocurre que con un poco más de exposición, esa tal o cual persona incluso alcanza la fama; pesan más las emociones que la misma verdad.
Otro ejemplo podría ser un escándalo en redes sociales en que una persona haya sido espiada en la intimidad de su hogar y que ese hecho como tal tenga más importancia mediática y gane la condena de la sociedad, por encima de que gracias a esa acción se hubiese descubierto una red de corrupción. Como dicen por ahí: “carne que se lleva el gato, no vuelve al plato”.
Lo cierto es que los memes, tan susceptibles de crearse, transmitirse y editarse, vuelven más compleja a la realidad de lo que ya es. ¿Qué te parecería que en lugar de fotos chistosas con frases empezamos a reescribir pequeños estribillos que a la postre se conviertan en refranes? O como dicen por ahí: “a río revuelto, ganancia de pescador”.
Mauricio Martínez es Industry Marketing Lead en SAP México
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